domingo, 29 de agosto de 2010

Ata la cosa...

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Y es que es fácil tomar las riendas, pero defícil decidir hacerlo... ¿o nofre?
Llegué al lugar con mi amiga y nos presentamos con los susodichos del lugar. Debíamos ser amables... debíamos ser corteses. La música en vivo de artistas locales, de ésos que andan con sus discos en el bolso para venderlos por unos cuantos dólares, admirable. Yo me perdía en esa voz de Eliza Blue. Casi la oía en las mañanas que imaginaba en mi mente para luego caer que era aún de noche y ella seguía con ese intrumentos típico de rancho, banjo, típico de melodías, típico de querer tocarlo. No me percaté que él me miraba, aún estando sentado cerca de mi amiga. Supongo que mi cara embobada por la artista ha de tener algún atractivo. Yo sólo me preocupé de fingir de la mejor manera que sé fingir que algo me gusta, cuando algo realmente me gusta.